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El orgullo es definido como el exceso de estimación propia. Es arrogancia. El orgullo es la autoestima sobrevalorada. Actuar con orgullo es actuar sin valorar a los demás. Contestar con orgullo es no pensar una respuesta, es contestar instintivamente. Porque el orgullo es instinto. Aunque puede ser controlado, pero para esto se debe aprender a valorar lo que nos rodea.
Este es un mundo orgulloso. Vivimos en un mundo donde nadie nos ha sabido enseñar como controlar nuestro orgullo. Afrontamos dificultades y retos tan exigentes que nos hacen sostener nuestro autoestima elevado para no caernos fácilmente. Y de ahi surge todo. Porque de ahí nace todo nuestro orgullo. Los más débiles (aunque parezca lo contrario) son los que más papeletas tienen para desarrollar el orgullo más fuerte. Los golpes más fuertes muestran dos caminos, o sobrevalorarse a uno mismo frente a los demás o caer en el olvido para siempre. Y si quieres seguir vivo, casi todos optan por la primera opción.
Pero el problema en sí no creo que sea serlo o no serlo, sino darlo por controlarlo o no. Porque al final todo se resume a lo mismo. El autocontrol de nuestras emociones. Sobretodo las instintivas más agresivas. El orgullo para mí es una de ellas.
El orgullo marca la trayectoria de uno. Por orgullo podemos dejar a amigos de lado, no importa lo vivido. Para el orgullo sólo importa el momento. El ahora. Por orgullo podemos discutir, insultarnos, alejarnos, etc. No nos deja valorar el pasado, orgullo es presente. Me hieres, pues yo te hago daño. Y así nuestra trayectoria se convierte en humo. El pasado desaparece y en definitiva, ya no hay bases.
Pero volviendo al problema y a la solución, el autocontrol de las emociones debe ser aprendido desde niños. En la escuela. Hoy esto no se practica, pero debe hacerse para no caer en los errores que caen nuestros mayores. Sólo hay que sentarse en el sofá y ver una sesión de control en el congreso de los diputados. Nuestros gobernantes. Los que deben guiarnos y dar ejemplo. Ellos, hacen predominar el orgullo por sus ideas, antes que valorar lo que se les presenta en un momento dado. Podemos ver a Rajoy menospreciando a Zapatero por sus decisiones. A Zapatero despreciando a Rajoy ante sus propuestas de oposición. Y así continuamente. Ninguno da su brazo a torcer. Aplican su orgullo y sus ideas frente a cualquier proposición.
Estamos en un mundo orgulloso por desgracia, y si queremos que se deje de lado, debemos valorar lo que tenemos delante, detrás, al lado. Valorarlo todo, aprendiendolo a valorar en consonancia con nosotros. Porque nosotros no seríamos nada sin los demás y ellos serían diferentes sin nosotros. Ni más ni menos. Nada más allá que esto. Quien aprende a valorar lo demás nunca puede ser orgulloso. Es por esto que cuando uno tiene muy en cuenta todo lo que le rodea, siempre está dispuesto al cambio, a las nuevas ideas, a los nuevos tiempos. Ser orgulloso te limita, te deja tal y como eres y no puedes aspirar a nada más.
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